Mírense a los ojos, sonrían y quiten-se los auriculares.
Y sean más generosos con los abrazos, que no cuestan dinero.
Dejen-se de tanta frase hecha y con un par digan lo que piensan, sienten o desean.
La palabra sacrificio que se la quede la iglesia. Que ya nos jodìo bastante.
G.
viernes, 24 de octubre de 2008
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