jueves, 28 de agosto de 2008

Cioran

Odio a los sabios por su complacencia, su cobardía y su reserva.
Amo infinitamente más las pasiones devastadoras que un talante uniforme que vuelve insensible al ser tanto respecto al placer como respecto al dolor.
El sabio ignora lo trágico de la pasión y el temor a la muerte, de la misma manera que desconoce la fuerza y el riesgo, el heroísmo bárbaro, grotesco o sublime.
El sabio se expresa con máximas y da consejos. No vive nada, no siente nada, no desea, ni espera. Se complace en nivelar los diversos contenidos de la vida y asume todas sus consecuencias.

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