" Invadido de voluptuosidad y de una suerte de terror sagrado, el muchacho contempló la flor injertada entre los senos y mecida por un oleaje poderoso, y la textura granulada de la piel aquí y allá perlada de brillantes gotitas, y percibió mezclado a su perfume el emocionante olor de sus axilas, un olor amargo y vegetal que le llegaba desde oscuras selvas y que él aspiró profundamente para acumular en sus pulmones algo de ella en la atmósfera corrupta, algo precioso, consciente de una floja pero dulcísima erección. "
domingo, 1 de julio de 2007
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